Qué bonito, qué facil, qué emocionante es emprender

Es cierto que no suelo hacer entradas de «opinión» pero en este caso necesitaba algún lugar en el que desahogar mis penas y para eso está mi querido blog. #sorrynotsorry

Los que me conozcáis (o sigáis por las redes) desde hace tiempo sabréis que soy una licenciada en Bellas Artes que se dedica más que nada a dar clases de pintura.

Intenté muchas cosas antes, dedicarme a la ilustración, al diseño, probé el cine y la fotografía, pasé meses siendo telefonista y una pequeña temporada inolvidable como azafata-notemuevasnohablesnorespires. Intenté emigrar. Todo salió mal.

Bueno, pues vamos a emprender, ¿No? Es ahora o nunca. Porque no sé a vosotros pero a mi hace mucho que no me devuelven las llamadas cuando mando currículums y cuando digo mucho tiempo me refiero a AÑOS. Me dedico desde hace ya bastante tiempo a dar clases, correr de aquí para allá, con horarios absurdos, aguantando de todo y cobrando menos que cuando tenía 18 años. Cuando tenía 24 estaba casi completamente independizada, en un mes voy a cumplir 32 y me da la impresión de que ya no volveré a dejar la casa de mis padres. No es que no me guste, pero vamos a ver, empiezan a no entrarme los libros en el ala oeste de la casa que me he agenciado (por suerte mi hermana sí se independizó).

El verano de mi vida

Con la idea en la cabeza pasé todo el curso escolar ahorrando y con la ayuda de la familia y mi escaso presupuesto llevo todo este ANTIVERANO lidiando con «lo de emprender.»

En todas partes te venden lo de emprender como si todo fueran facilidades.

Tres meses después las cosas no parecen tan fáciles. La burocracia no es lo peor que hay en este país, lo peor son las absurdas cláusulas y normas que carecen de ningún tipo de sentido y que por alguna razón los ciudadanos de a pie (los que no tienen contactos, claro) no nos podemos saltar.

Para poner un sencillo taller donde dar mis clases de pintura (sin que los intermediarios que solían contratarme se lleven todo mi dinero sin hacer NADA) he tenido que pelear con mucha gente… el de la agencia, el dueño del local, el electricista, una arquitecta, el obrero que me va a poner unas baldosas, y por supuesto mil y un funcionarios, porque el Ayuntamiento es ya mi segundo hogar, y cada día que voy siguen poniéndome trabas (y sobretodo costes adicionales) para poner un simple local donde dar clases. Un local que antes era una tienda y al que al principio tan solo había que poner cuatro baldosas y pintar.

Espero llegar viva a septiembre y poder abrir. Espero pero no prometo nada porque esta maravillosa experiencia de emprender me está dejando calva del estrés.

No sé si lograré vivir de esto o será otro de mis intentos desesperados por salir adelante en un país que parece que no me quiere ni me necesita para nada…. Pero si lo logro, tengo muy claro que no habrá sido gracias al excelentísimo Ayuntamiento de Gijón.