Las mujeres de Thomas Hardy

Si hay algo que me sorprende y admira de Thomas Hardy es su capacidad crítica. Creo que fue un escritor realmente valiente teniendo en cuenta la moralidad férrea e hipócrita de la Inglaterra Victoriana. Hardy relató en sus libros las vidas infelices y oscuras de muchos personajes en los que los convencionalismos sociales y la ignorancia de sus contemporáneos los llevó a la ruina.

En una mirada superficial a las novelas de Hardy podemos observar los mismos elementos coincidentes; una trágica historia de amor, un triángulo amoroso, el familiar desaparecido que retorna o el giro sorprendente del desenlace. Desde luego, Hardy no destacaba por la variedad en los argumentos que ideaba para sus personajes, y pecaba de excederse con los golpes de efecto y el sentimentalismo, pero todo eso no es más que la capa superior de todas las que podemos encontrar en sus libros si ponemos un poco de atención.

Para empezar, las mujeres que aparecen en los libros de Hardy no son las heroínas convencionales de la época. Siempre que leemos un clásico tenemos que tratar de ponernos en el contexto de la época en que se escribió, Thomas Hardy publicó sus novelas entre 1867 y 1895. Estamos hablando de una época en la que en Inglaterra creció considerablemente el puritanismo, sustentado por la rígida moral victoriana, la fe religiosa y el trabajo personal.

En ese mundo de reglas gobernado de manera imperante por el hombre, en el que la mujer debía ser dulce, inocente, complaciente y tan solo dedicarse a la casa y los hijos, también había espacio para la prostitución y el trabajo infantil… Y en medio de esta doble moral aparece Thomas Hardy imaginando a mujeres inconformistas y valientes, independientes, irreflexivas e insumisas.

Desde Sue (Jude el oscuro), una intelectual con ideas propias que evita atarse a ningún hombre, hasta Bathsheba (Lejos del mundanal ruido) que decide encargarse personalmente de la enorme granja que ha heredado (labor que ninguna mujer había realizado antes), pasando por Tess (Tess de los d’Urberville) una joven que se queda embarazada fuera del matrimonio y cuya vida queda estigmatizada para siempre por ello… Todas son mujeres atípicas para una época en la que resultaba difícil encontrar novelas en las que las mujeres tuvieran un carácter complejo o algún protagonismo lejos del simple romance.

Hardy no solo imaginó a mujeres independientes y valientes, también creó otras devotas, jóvenes dulces y encantadoras, ancianas malhumoradas, mujeres enamoradas o rencorosas. Ninguna es perfecta, todas cometen errores, no llegarás a adorarlas y quizás no compartas sus opiniones o manera de actuar, pero lo que nadie puede negar es que se sienten completamente reales.

Siempre me he sentido fascindada por esa manera que tenía Hardy de entender el género femenino, de empatizar con estas mujeres menos favorecidas a las que las normas sociales truncaron sueños y esperanzas. Creo que este autor tenía una delicadeza especial para introducirnos la problemática de estos personajes bajo capas y más capas de romances y giros argumentales… Bajo esas capas de auténtico culebrón siempre vamos a encontrar lo que realmente este autor quería mostrarnos, que las mujeres (y también los hombres) seguían siendo esclavas de los convencionalismos, que la realidad era cruel, que había que cambiar muchas cosas.

Hardy era un inconformista, un adelantado a su época… y aún hoy tenemos mucho que aprender de esas mujeres reales e imperfectas que ideó.